Por Santiago Rojas
Universidad de Chile fue uno de los primeros equipos en sorprender gratamente en el inicio del torneo nacional. El cuadro dirigido por Mauricio Pellegrino afrontaba el inicio de la temporada con harto de incertidumbre, pues era un entrenador nuevo en un equipo que se había acostumbrado a pelear por no descender.
Rápidamente el equipo demostró que estaba renovado, no solo por una columna vertebral impensada, con Matías Zaldivia como jugador importante en la defensa y Leandro Fernández como el eje del ataque, un futbolista de la primera división argentina que enseñó rápidamente sus credenciales para liderar a su equipo, también anímicamente.
El cuadro universitario comenzó a sacar buenos resultados, al punto de meterse a disputar el primer lugar de la tabla, sin embargo, un mal cierre de primera rueda los dejó en el sexto lugar y levantó por primera vez en el semestre algunas críticas que evidenciaban que, si bien eran un buen equipo, les faltaba para ganar los partidos difíciles.
Por esto, Mauricio Pellegrino fue de los primeros entrenadores en exigirle a su dirigencia que debían sumar los refuerzos que permite el campeonato en esta ventana de transferencias. El entrenador habría solicitado un nuevo lateral, otro volante central, pero con características más ofensivas y un atacante que acompañe a Leandro Fernández.
Para que puedan llegar los nuevos nombres a Universidad de Chile, deben salir algunos de la plantilla, y Mauricio Pellegrino lo tendría clarísimo, pues les habría entregado a los dirigentes una lista de jugadores prescindibles para el segundo semestre. El primero en emigrar sería Franco Lobos, quien quedaría en la primera división defendiendo la camiseta de Palestino.
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