Por Santiago Rojas
Mauricio Pellegrino habría dejado en evidencia en el último partido de Universidad de Chile que la calma y la paciencia con la que ha dirigido en estas primeras 14 fechas ya estarían llegando a su fin, por lo menos por el momento, y el fútbol entregado por su equipo, pero principalmente el rendimiento de algunos jugadores, serían los detonantes.
El entrenador argentino llegó a principios de año con los objetivos bien claros: mejorar la salud de un plantel que se había acostumbrado a mirar la tabla desde abajo y antes cualquier imponderable, derrumbarse. Todos los partidos cerrados donde cometían un error o el rival tenía un acierto, prácticamente se derivaba hacia una derrota azul.
Ahora, sin embargo, Universidad de Chile parece mucho más fuerte mentalmente y sólido en aspectos que exigen concentración, como el defensivo; no obstante, en las últimas jornadas el equipo ha tenido un bajón futbolístico, dado principalmente por la obligación de protagonizar más en el campo contrario, algo que aún no les acomoda.
Ante Cobresal, el entrenador dio una muestra más de haber ido perdiendo la confianza con algunos jugadores, como por ejemplo, con Yonathan Andía, a quien sacó de la titularidad hace dos semanas y ante los mineros, recién hizo ingresar a los 98 minutos, haciendo caso omiso a las sugerencias que le hacía el cuerpo técnico, cuando él daba instrucciones desde la tribuna por estar expulsado.
Cuando corrían los 80 minutos, y quedaba una vida por delante considerando los descuentos, en una jugada donde Marcelo Morales acusó calambre, el entrenador no quiso dar la autorización para el ingreso de Yonathan Andía, quien esperaba en el banco. La desconfianza del entrenador con el lateral sería total.
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