Por Santiago Rojas
La noticia cayó como un balde de agua fría. Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, anunció este miércoles que Chile no será parte de los partidos inaugurales del Mundial 2030. Estos solo se llevarán a cabo en Uruguay, Argentina y Paraguay, a pesar de que en un inicio nuestro país aparecía como protagonista.
Pablo Milad, presidente de la ANFP, está en el ojo del huracán por esta razón. La exclusión de Chile no solo significa un golpe a las aspiraciones futbolísticas del país, sino también una mancha en la gestión de Milad, quien enfrenta críticas y cuestionamientos tanto de entidades futbolísticas como del mismo Gobierno.
Las tensiones venían cocinándose desde hace tiempo. La Conmebol ya había mostrado descontento con la intervención gubernamental en la candidatura chilena para el Mundial. Acciones como la prominente aparición de Alexandra Benado, exministra del Deporte, en eventos de promoción causaron resquemor en la organización.
Además, la propuesta de Jaime Pizarro, actual Ministro del Deporte, sobre modificaciones en la estructura de las sociedades anónimas deportivas generó incomodidad en FIFA y Conmebol, percibiéndola como una intromisión gubernamental. La relación de la ANFP con Betsson, uno de los patrocinadores principales, se vio amenazada por decisiones judiciales, un escenario que podría tener repercusiones en torneos continentales.
Milad busca respuestas y apoyos, pero, por ahora, parece encontrar solo silencio y distanciamiento. Los clubes no han mostrado su respaldo público, y el Gobierno parece sentirse más en una posición de crítica que de aliado. Las inversiones realizadas en los últimos años para impulsar la candidatura chilena, que ascienden a cifras millonarias, ponen más presión sobre el presidente de la ANFP.
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