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La dura confesión de un histórico jugador del fútbol chileno que sacude al balompié nacional

El futbolista tuvo grandes problemas de indisciplina durante su carrera futbolística.

Por Víctor Martínez

Fútbol Chileno
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El fútbol nacional está plagado de historias que de vez en cuando causan sorpresa de los fanáticos, quienes por alguna u otra razón recuerdan estos casos que con el paso del tiempo se han ido olvidando, pero que de alguna forma todavía quedan en la memoria de algunos hinchas.

Muchas de estas situaciones tienen que ver con temas de indisciplina y problemas fuera de la cancha, los cuales terminan por sentenciar las carreras deportivas de ciertos futbolistas, que tenían un futuro prometedor en el balompié nacional con su muestra de fútbol.

Uno de los involucrados es Mauricio Cataldo, quien reconoció que “A temprana edad me querían en España, el Saint Gallen también se interesó, equipos mexicanos. Marcaba la diferencia con jugadas que no hacían los futbolistas chilenos, mi estilo era más parecido a los argentinos. Fuera de la cancha no tenía mucha personalidad, pero dentro me transformaba. Tomando hasta el día antes del partido, era figura y marcaba goles, así que imagínate dónde pude haber llegado”, mencionó en conversación con La Tercera.

“Me pongo a pensar y digo que era un propósito de Dios que me pasaran todas estas cosas, para después aceptarlo a él. Imagínate si me hubiese ido a Europa no hubiese conocido a Jesucristo y no estaría trabajando con niños. ¡Qué me iban a importar si yo tengo millones! Me hubiese vencido la soberbia, no hubiese estado ni ahí con nada”, detalló.

Mauricio Cataldo revela el problema con el alcohol

“Empecé a tomar a los 12 años, a los 23 ya estaba hecho pedazos. Llegaba mal a entrenar, a veces le pedía al utilero que pusiera el sauna porque llegaba muerto de borracho y dejaba una hediondez terrible, pero como uno tenía la técnica, no le decían nada. La gente gozaba viéndome jugar, pero saliendo de la cancha era una persona llena de pena, con muchos problemas en el hogar y eso me agobiaba e hizo que me perdiera”, señaló.

“Terminé en la calle. Nadie me quería. Andaba por todos lados drogándome, buscando droga, me regalaban unas tremendas bolsas de coca, fue terrible. Una vez me quedé dormido en la calle y desperté con mucho frío. Ahí decidí internarme en un centro cristiano. En ese momento cambió mi vida”, comenta.


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