Por Santiago Rojas
El primer semestre de Universidad de Chile fue de más a menos. El equipo de Mauricio Pellegrino comenzó el año con la incertidumbre de saber cómo se adaptarían al tipo de liderazgo del argentino y cómo podrían responder ante la exigencia después de dos años peleando el descenso, salvándose en las últimas fechas.
El director técnico llegó con la tarea clara. Lo primero era mejorar la moral de una escuadra que había perdido la confianza en sí misma, y también de los hinchas, que no iban a soportar una nueva temporada mirando la tabla de posiciones desde abajo. Futbolísticamente, esta desconfianza se notaba cada vez que el equipo estaba en desventaja.
Con Mauricio Pellegrino los azules consiguieron mejorar en muchas cosas, principalmente en la fortaleza mental. El equipo supo rápidamente cómo levantarse en los momentos complejos y también cómo defender los instantes positivos, que era cuando se ponían arriba en el marcador, sin embargo, este gran comienzo se empañó con el final.
Los tres partidos sin victorias con los que Universidad de Chile se despidió de la primera rueda afectaron en el ánimo de la hinchada, que por primera vez en el año empezó a pedir cambios. El entrenador azul, consciente de que esta necesidad es real, ya comenzarías con las primeras salidas del equipo, para abrirle espacio a los refuerzos.
Luis Felipe Gallegos, quien llegó en calidad de referente durante 2022 para ayudar a su equipo a tener una campaña más competitiva, se marchará a préstamo a mitad de año producto de que no sería más considerado por Mauricio Pellegrino. El jugador formado en Universidad de Chile buscaría quedarse en el medio nacional. Pidió jugar Copa Chile, pero el entrenador habría preferido desestimar su petición.
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