U de Chile queda en ridículo, y ahora no es por culpa de Mauricio Pellegrino

La reciente controversia sobre la utilización del Estadio Nacional ha generado revuelo en el ámbito deportivo chileno, especialmente tras las declaraciones de Cecilia Pérez, vicepresidenta de Azul Azul. Ante esto, el ministro del Deporte, Jaime Pizarro, ha ofrecido su perspectiva, enfatizando que la asignación de prioridades para el emblemático recinto no es una opción justa.

En diálogo con Las Últimas Noticias, Pizarro manifestó su postura: “No podemos establecer prioridades a partir de ahora para el Estadio Nacional. Y eso aplica no solo para la Universidad de Chile sino para el fútbol en general. Es necesario que comprendamos que debemos crear condiciones equitativas para que todos puedan disfrutar del estadio”, señaló.

Además, el ministro añadió que "el Estadio Nacional es ante todo un espacio para el deporte, aunque también está abierto a acoger otras expresiones culturales, como conciertos. Incluso, contemplamos la posibilidad de ofrecer lugares para food trucks, fomentando un ambiente familiar con comida y entretenimiento".

Pizarro concluyó subrayando que "las nuevas posibilidades que ofrece el Estadio Nacional deben ser aprovechadas, y el IND tendrá un papel fundamental en este aspecto".

¿Cómo surgió la polémica?

La polémica surgió cuando Cecilia Pérez, durante una entrevista en radio ADN, expresó su deseo de que "el Estadio Nacional sea primordialmente un centro de eventos deportivos, no lo contrario". Según Pérez, "no es justo que la U deba pedir permiso y casi disculparse por utilizar un recinto que se ha construido con el dinero de todos los chilenos".

La frase que sacó más ronchas fue que, “la U no tiene por qué adaptarse a otros; son los demás eventos los que deben ajustarse a los horarios de la U. Somos uno de los clubes más grandes del país, y en mi opinión, el más grande y con la mayor afición".

Lo cierto es que sus dichos fueron totalmente rechazados por la afición deportiva, recalcando que la dirigenta había quedado en ridículo al querer adueñarse de algo que no le pertenece.